Ausencia y trueno.
Silenciosa te has deslizado entre la noche lenta e implacablemente, como el cazador tras su presa, como la flecha tan rápida y certera como un beso dulce. Te levantaste como un rugido gritando en truenos y llorando granizo; cada relámpago se alzaba entre las nubes como lanzas celestiales, cicatrices de un tiempo desconocido. Amaneces en mitad de un crepúsculo envejecido solo para hacerme saber que así es como dueles de pronto sin aviso y con la certeza de que me levantaré solo para escucharte una vez más.